miércoles, 13 de agosto de 2008
miércoles, 7 de noviembre de 2007
Hippolyte Bayard / Antonio Tabucchi
Una carta hallada
En marzo de 1839, Hippolyte Bayard descubrió un nuevo procedimiento fotográfico, del que dio aviso inmediatamente a Francois Dominique Arago, físico y astrónomo distinguido. Este, muy cercano a Dagucrre. consideró que lo más prudente era pedirle a Bayard que aplazara la publicación de su descubrimiento, pues supuso que la difusión de un segundo descubrimiento atenuaría los méritos de su protegido. Así, cuando pronunció su discurso ante la Academia de Ciencias. Arago atribuyó la invención del primer positivo fotográfico a Daguerre. Intentó apaciguar a Bayard, consiguiéndole subvenciones del Estado francés, pero no por ello éste dejó de sentirse traicionado. Fue entonces que realizó este Autorretrato como cadáver, posando como si estuviese en la morgue. Nos dejó una nota acerca de la toma:
El cadáver del señor que ven aquí atrás es el del señor Bayard, inventor del procedimiento del que acaban de ver o habrán de ver muy pronto los maravillosos resultados. Según yo sé, hará más o menos tres años que este ingenioso e infatigable investigador se ocupaba de perfeccionar su invento. La Academia, el rey y todos los que han visto sus composiciones, que el consideraba imperfectas, las han admirado como ustedes las admiran ahora mismo. Eso le ha causado mucha honra, mas no le ha reportado un céntimo. El gobierno, que dio más de la cuenta al señor Dagucrre, dijo que no podía hacer nada por el señor Bayard, y el desdichado se ahogó.
Monsieur Francois Dominique Arago
Académic des Sciences
París
Cosmo, 1 de enero de 1840
Señor Físico, señor Astrónomo,
Vos no conocéis la naturaleza de la materia, vos no conocéis la naturaleza de la antimateria. En vuestro laboratorio de insignificante científico vos creéis capturar los secretos del cosmos. En vuestras ampollas, combinando el hidrógeno y el oxígeno, vos creéis comprender los secretos del agua. Con el ojo en el microscopio, mirando lo infinitesimalmente pequeño que forma nuestro cuerpo, vos creéis comprender los secretos de la vida. Con el ojo en el telescopio, mirando lo infinitesimalmente lejano, vos creéis comprender los secretos de los astros, pero los elementos del cosmos, señor científico mío, no están hechos para vuestras lentes. Agua, Aire, Tierra, Fuego tienen secretos que vos nunca podréis comprender. Los astros siguen una trayectoria imperscrutable para vos. ¿Y sabéis por qué? Porque danzan. Todo danza, señor científico mío, y a vos no os está consentido seguir esa danza.
Antonio Tabucchi
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